Un Acuerdo de Confidencialidad (NDA, por sus siglas en inglés) no es un simple papel para “cumplir el requisito”. Es una herramienta legal que protege lo más valioso: tus ideas, proyectos, prototipos, datos sensibles o ese know-how que marca la diferencia. Y esto aplica tanto para empresas consolidadas como para personas naturales que ofrecen servicios, desarrollan un producto o comparten información clave. La regla es sencilla: si vas a contar algo que no quieres que se filtre, primero asegúrate de tener un NDA firmado.
La importancia se ve en la práctica. En la Sentencia SC3179-2021, la Corte Suprema de Justicia estudió el caso de un programador que, tras ser contratado para actualizar un software, usó la información recibida para crear y registrar como propio un programa derivado. El contrato tenía una cláusula de confidencialidad, y al incumplirla el tribunal reconoció la violación de derechos de autor y lo responsabilizó civilmente. Aunque no se trataba de un NDA independiente, el fallo demuestra que incluso una cláusula puede ser exigible. Ahora bien, un NDA autónomo firmado antes de compartir la información ofrece mucha más claridad: detalla qué se protege, por cuánto tiempo y qué pasa si se incumple, reforzando así la defensa en caso de disputa.
Aquí conviene hacer una distinción. El NDA es un contrato independiente cuyo único objeto es proteger información confidencial; en cambio, la cláusula de confidencialidad suele ser un apartado dentro de otro contrato (la obligación de confidencialidad muchas veces sobrevive incluso después de que el contrato principal se termina). Ambas son válidas, pero el NDA suele ser más robusto.
Existen diferentes tipos de NDA, según el caso; unilateral, cuando solo una parte comparte información (ejemplo: empleados, freelance o proveedores). Bilateral o mutuo, cuando ambas partes intercambian datos sensibles (muy común en alianzas, fusiones o proyectos conjuntos). Y, multilateral, cuando participan tres o más entidades y se busca evitar múltiples acuerdos bilaterales.
¿En qué situaciones se usan? En la contratación de empleados o consultores, en las negociaciones de inversión, en acuerdos de licencia de tecnología, desarrollo de nuevos productos, prestación de servicios profesionales o incluso la protección de bases de datos de clientes. En todos esos escenarios (y muchos más), el NDA fija reglas claras y permite actuar si alguien incumple.
En Colombia, los acuerdos de confidencialidad (NDA) tienen sustento en la Ley 1581 de 2012 sobre protección de datos personales, en el régimen civil y contractual, así como en las normas de propiedad intelectual y secreto industrial. Su incumplimiento genera consecuencias concretas: de carácter civil, como la aplicación de cláusulas penales o el pago de indemnizaciones; laborales, incluyendo el despido con justa causa; y penales, con sanciones que pueden ir desde multas hasta privación de la libertad por divulgar información reservada.
Cuando las partes se encuentran en países distintos, los acuerdos de confidencialidad (NDAs) adquieren una relevancia aún mayor. En estos casos resulta clave precisar por escrito qué se entiende por información confidencial, los fines de su intercambio, el plazo de protección, las obligaciones de la parte receptora y las excepciones previstas (por ejemplo, revelaciones ordenadas por la ley). Igualmente, deben definirse aspectos esenciales como la ley aplicable, la jurisdicción competente para resolver disputas y las consecuencias del incumplimiento. No obstante, conviene ser pragmáticos: la dimensión internacional introduce límites, ya que no todas las jurisdicciones reconocen o hacen cumplir los NDAs de la misma manera, e incluso algunas pueden restringir cláusulas consideradas excesivamente amplias.
Entonces, ¿cómo saber si el NDA que tienes enfrente es sólido? Aquí van algunos tips:
- Define claramente qué información es confidencial.
- Especifica cómo puede usarse y para qué fines.
- Establece un plazo de vigencia razonable.
- Incluye consecuencias claras en caso de incumplimiento.
- Escoge el tipo de NDA que se ajusta a tu situación (unilateral, bilateral o multilateral).
- Confirma que sea válido en las jurisdicciones aplicables.
- Lleva un registro de quién accede a la información y en qué condiciones.
En resumen, un NDA no es un mero formalismo. Es una estrategia legal que protege lo que construyes, ya seas empresa o persona natural, frente a terceros. Bien hecho, te ayuda a cuidar tu innovación, tu competitividad y tu reputación. Si bien no ofrece blindaje absoluto, constituye la primera línea de defensa para quienes comparten información valiosa, tanto en contextos locales como internacionales.
Artículo escrito por: Nathally Caicedo Ardila – Abogada Junior del área de Derecho Corporativo
Disclaimer: El contenido de esta publicación tiene un propósito exclusivamente educativo e informativo. No debe considerarse como un concepto legal, una asesoría jurídica o una fuente única para abordar o resolver asuntos legales específicos, ni sustituye la orientación jurídica personalizada, basada en un análisis detallado de los hechos. La normativa legal en Colombia puede modificarse con el tiempo, por lo que esta información no reemplaza el acompañamiento profesional. La lectura de este texto no genera, ni debe entenderse como, una relación abogado-cliente. Si tiene inquietudes particulares sobre su situación, le sugerimos consultar directamente con los autores, con un abogado de Hurtado Gandini Dávalos S.A.S. o con otro profesional legal calificado.