El empresario, concebido como agente económico y de producción, se enfrenta actualmente a un nuevo paradigma que lo obliga afrontar el tránsito de un modelo mecánico a uno cuyos procesos están en permanente cambio y evolución. Esto, sumado al fenómeno de la globalización, hace que las empresas tengan la oportunidad y la responsabilidad de contribuir a un futuro sostenible para todos.
Dentro de las características del arquetipo que tradicionalmente se toma para identificar a un empresario, tenemos i) la capacidad de introducir un bien o servicio a un mercado específico, identificando necesidades o nichos que propendan por la generación de riqueza[1]; ii) la posibilidad de descubrir formas y métodos de producción que le permitan la apertura de nuevos mercados, y finalmente, mas no menos importante, iii) el talento para identificar y organizar la información, haciendo de esta la fuente principal de su conducta; lo cual le impone como tarea primordial, la búsqueda y conquista de la mayor cantidad de información para reducir ineficiencias, innovar, rebajar la incertidumbre o captar las oportunidades del mercado.
Las características mencionadas son importantes y definen de cierta manera el éxito que hasta el momento han tenido los empresarios en el marco de una sociedad competitiva y en constante cambio. Sin embargo, con la llegada de la era digital, la pandemia y los frenéticos cambios a nivel mundial, el llamado para que el empresario sea un agente social cobra mayor relevancia.
Las comunidades y la sociedad en general, ya no se limitan al consumo de bienes y servicios de individuos que solamente se involucran en operaciones económicas y productivas; ahora buscan un agente que influya en el desarrollo, la educacion, la cultura y en espacios con diversos propósitos medioambientales y sostenibles, esperando incluso que el empresario asuma la responsabilidad que tienen los Estados.
El papel activo que puedan llegar a asumir los empresarios, sin duda, se reflejará en un impacto positivo en la sociedad[2]. En la medida en que dichos agentes se propongan crear valor económico y social, tendrán la posibilidad de influir de manera significativa en la generación de oportunidades que permitan la construcción de un futuro más justo, equitativo y sostenible, siendo acertado afirmar que al apropiarse de este propósito, los empresarios obtendrán igualmente beneficios en sus operaciones económicas, teniendo en cuenta que una buena reputación social resulta atractiva para clientes, empleados e inversores.
Como reflexión final hacemos énfasis en el llamado que tenemos todos, incluyendo los empresarios, de buscar no solo el éxito en la generación de riqueza. Es importante la creación y sostenimiento del empleo con miras a la contribución del cambio social[3]. Asumir que hay diversas formas de aportar a la comunidad, significa tomar posiciones como sector empresarial que pueden ir desde promover practicas sostenibles con el medio ambiente, hasta apoyar proyectos de educación o cultura, y en general, acciones encaminadas a la construcción de un mundo mejor.
[1] Empresas y empresarios en la historia de Colombia. Siglos XIX-XX. Una colección de estudios recientes – Por: Eugenio Torres Villanueva.
[2] https://ecodes.org/decimos/la-empresa-como-agente-de-cambio-social
[3] https://expansion.mx/opinion/2021/07/15/empresarios-agentes-cambio-conciencia-social